martes, 26 de julio de 2011

Elegir...

Sí o no, a veces una decisión tan fácil consigue complicarte la vida demasiado. Elegir entre una cosa u otra, entre un sentimiento u otro, entre hacer esto o aquello no siempre es sencillo ni rápido, necesitas tiempo y organizar bien tus ideas para no equivocarte.
Elegir conlleva sopesar los pros y los contras, pensar en perder un poco para ganar un mucho y en saber que si te equivocas quizá no haya vuelta atrás. Pero, ¿quién sabe cual es el camino correcto y cual el erróneo? Eso es lo que se llama riesgo, y lo corremos más o menos pero siempre a cualquier hora de nuestro día. Con cada decisión asumimos que nos podemos equivocar y continuamos hacia delante. Decidido, ya no podemos volver atrás, ahora sólo queda ver si hemos acertado o no. Si hemos acertado, bien, seguimos nuestro camino sin saber que nos deparará; si por el contrario, hemos errado en la decisión puede que no conlleve consecuencias, pero si la disyuntiva era sobre un tema importante quizá llegue a marcar una muesca en nuestra alma. Y es que ¿qué hacer cuando has tomado la decisión errónea? Yo opino que lo mejor es aprender de ello e intentar no volver a hacerlo, porque volver atrás puede ser demasiado doloroso o imposible. De toda mala experiencia o decisión se puede aprender y aunque no haya vuelta atrás, te servirá para no volver a cometer el mismo error.
La vida son decisiones, meditadas o rápidas, instintivas o reflexivas, pero inaplazables en el tiempo. La vida es un continuo devenir de situaciones que no sabemos a dónde nos pueden llevar pero que seguro, nos entusiasmará andar ese camino.


La madurez no se refleja en el tomar decisiones acertadas, sino en vivir con las ya tomadas aun y cuando no sean acertadas.






Decidí prender a hacerme yo la maleta para poder vivir.

1 comentario:

  1. Cuando se trata de elegir, me cuesta mucho decidir. Buen texto que me deja reflexionando. Besos, cuidate. Fue un placer pasar a conocerte.

    ResponderEliminar