lunes, 21 de mayo de 2012

Corazón negro como el carbón de mi tierra


Un puñado de sonrisas


Hace varias lluvias que he dejado de sentirlas,
Y escojo el Sol a cambio de besos de piruleta.
Podría decir que es a lo que me dedico.
Busco los rayos que alimentan estas ganas,
Ganas de leer con caricias tu piel.
Amanezco y en el hueco vacío de mi colchón
Se esconden las raíces de los besos que te daré
Unidas a las flores de tus sonrisas con olor a tus ojos.
Los bostezos se disipan detrás de la realidad
Cuando juego con los días del calendario
Y compruebo que un día más se mete en el baúl.
Cierro la tapa y preferiría no ponerme zapatos
Para así no tener que ir a buscarte
Ni ropa para tener que salir a la calle.
Preferiría una casa con un colchón donde empezar guerras
Que terminaríamos en el cielo de la no respiración
Descendiendo después a la realidad imperfecta
Que recuerda la imposibilidad de un tatuaje permanente
Con la tinta de tu saliva por mi piel.
Me decido a salir a la calle
Para marcarte con mi dedo
Cada esquina en la que quiero besarte.
Piso con fuerza y dejo huella,
Me pierdo por los recuerdos que tienen calles
E inspiro el aire que ya pasó por tus pulmones.
Cumplo mi ambicioso plan y te conquisto,
Así que con tu fuerza elevas todo lo elevable a un futuro perfecto
que hasta al mismísimo pretérito imperfecto le llena de rabia.
Y yo sólo tengo un puñado de palabras
Que prometo usarlas para hacerte reír.
Me pongo el traje de aprendiz y cojotu mano
Para recorrer el camino de baldosas achuchables
Y descubrir en cada una esto del amor.
Poco a poco descubro también
Ese millón de detalles insignificantes
Que te llenan de significado
Y ese tan concreto que nadie más tiene:
Tú.
Así, voy cumpliendo mi promesa
Llevando mi vida al borde de tus vaqueros,
Al filo de tu sonrisa.
Compruebo con gusto que tú y yo somos,
Por mucho que sobre la y griega entre nosotros,
Esas dos gotas de lluvia que caen a la par
Contra una teja de Botines para deslizarse juntos lentamente,
Viendo la vida pasar a su lado Guzmán con sus colores
Y evaporándose para llegar al cielo
Donde deciden acomodarse en una nube,
Ingresando en un universo para-lelos
Con acceso restringido,
Sólo para aquellos que con un cruce de miradas
Iluminan una bóveda celeste impregnada de recuerdos
Ahora, despacito, voy a teclear en el piano de mi cuerpo,
Con tu permiso por supuesto,
Un te quiero armónico
En clave de amor
En el pentagrama de nuestra historia
Adornado por un arpegio con dos mil besos
Y que terminaré con una coda
En la cual escucharás un: buenas noches
Y te incitará a esperar un buenos días de carne y hueso.