jueves, 30 de junio de 2011

Gracias León

Ha sido mucho tiempo, un curso entero, un embarazo si queréis jeje. Nueve meses de cambio en mi vida que le han dado un giro de 180º. Tiempo en el que he evolucionado, madurado y cambiado, creo que para mejor o para mucho mejor. Todo lo que me ha pasado lo guardo como experiencia y aprendizaje y serán cosas nuevas vividas que nunca olvidaré.
He aprendido a vivir en otras circunstancias, con nueva gente a la que no estaba acostumbrada más allá de los fines de semana y vacaciones y tras nueve meses he de decir que la convivencia ha sido increíble, he tenido la oportunidad de disfrutar un poco más de ti de lo que hacía antes.
Abrí las puertas de mi alma y de mi vida y por ellas ha salido gente, otra ha entrado y los que siempre están ahí se han mantenido en sus posiciones VIP. Compañeros de clase que me han aportado muchísimas cosas nuevas y que siempre llevaré conmigo y en especial a mis cuquis, únicas. Amigos que de nuevo reaparecieron en mi vida y han decidido quedarse para no volver a irse, cosa que agradeceré siempre porque el lugar que ocupan es demasiado importante. Nuevos amigos que no pensé llegaran al punto al que llegaron, hacerse indispensables desde cero. Viejos amigos que se tuvieron que ir y no por mi placer si no porque se empeñaron en hacerlo y que a día de hoy, doy gracias. Ellos que consiguieron que sintiera de nuevo mariposas y siempre recordaré. Él, que se fue y nunca volverá, gracias doy también...
En resumen, una autopista de gente en mi vida que sin pagar peaje han entrado o salido según han querido y que siempre agradeceré a los que se han quedado por aportarme algo bueno y a los que se han ido por librarme de ellos.
9 meses que no cambiaría por nada, 9 meses que espero repetir y mejorar el curso que viene, 9 meses que implican el comienzo de lo que me resta de vida, 9 meses que han hecho que hoy por hoy, yo sea como soy.






La ciudad se ilumina para nuevas proezas

Comer bien, dormir bien, ir donde se desea, permanecer donde interese, no quejarse nunca y, sobre todo, huir como de la peste de los principales monumentos de la ciudad